Neurociencia de la Educación

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Desarrollo de competencias cognitivas, afectivas y sociales en la escuela

A medida que pasa el tiempo, considerar las escuelas como ámbitos de instrucción, pierde cada vez más valor. El advenimiento de las tecnologías de la información, la globalización, la simultaneidad de fuentes y la instantaneidad del flujo de datos, obligó a los pedagogos modernos a virar los enfoques pedagógicos hacia modelos que van más allá de los contenidos y hacia el desarrollo de competencias.

En los últimos años proliferaron textos que describen abordajes pedagógicos centrados en el alumno versus viejos modelos de tábula rasa. Se afianzó la hipótesis constructivista que concibe al alumno como constructor de conocimiento y considera que el aprendizaje es el proceso que permite dicha construcción en el marco de un contexto cultural que le dio forma.

Al mismo tiempo, el desarrollo cultural orientado a la promoción del individuo y la consideración de modelos de éxito y liderazgo centrados en competencias socioemocionales, han obligado a los educadores a considerar la escuela como un espacio en el que se aprende más que información dura y generado la necesidad, en los docentes, de aprender a promover en sus alumnos, habilidades sociales y emocionales.

La dificultad que tenemos en nuestros días para esperar, posiblemente resultante de la inmediatez de los mensajes y de sentir que el mundo está en la palma de la mano, ha deteriorado la capacidad para tolerar la frustración y, en muchos casos, para sostener el esfuerzo dirigido a metas a mediano y largo plazo. Así, algunas habilidades que los humanos aprendíamos de manera incidental (tolerar la frustración, sostener el esfuerzo, regular el enojo, entre otras), se han convertido en objetivos de enseñanza formal.

Es posible pensar en modelos pedagógicos que integren el abordaje de los contenidos al abordaje de capacidades de auto regulación y sostenimiento de la conducta dirigida a metas. Es posible orientar el aprendizaje, dentro de las escuelas, a la promoción de la auto regulación. Es incluso indispensable hacerlo en tanto no es la información, en nuestros días, algo que se considera como verdadero o falso sino que vivimos en un mundo en los que diferentes perspectivas conviven y es necesario desarrollar capacidad conceptual para discernir qué criterio es más ajustado a nuestra manera de pensar. Así, trabajar con los chicos en actividades que promuevan el juicio crítico, la búsqueda de fuentes, la comparación y contraste de diversas perspectivas y la promoción de la expresión de la opinión personal, es en nuestros días impostergable.

David Perkins refiere reiteradamente en sus presentaciones y publicaciones que lo fundamental es enseñar aquello que es valioso para la vida. Lo valioso para la vida trasciende la mera información y es aquello que nos permite desarrollarnos de manera global para hacer frente a las demandas del entorno siendo todavía capaces de cumplir nuestras metas y objetivos.

Es así que, la enseñanza, hoy, no puede concebirse fuera del marco del desarrollo de competencias. Competencias cognitivas, emocionales y sociales. Competencias cognitivas asociadas al desarrollo del lenguaje, el vocabulario, la abstracción verbal, la capacidad de sostener la atención, la flexibilidad  cognitiva y la capacidad de pensar críticamente (entre otras).  Competencias emocionales vinculadas al desarrollo de la regulación de las emociones, que nos permite administrar las emociones que tenemos y hacer que nuestro comportamiento resulte adaptativo más allá del imperativo de nuestra experiencia emocional. Competencias sociales que nos permitan vivir con otros, desarrollar la capacidad de sostener relaciones interpersonales ricas y disfrutables. En algún punto, este marco para la educación está expresado en el Informe Delors de la UNESCO: la importancia de desarrollar la capacidad de aprender a hacer, a ser y a ser con otros. Más allá de la información y más allá de los contenidos.

Para sostener este tipo de abordaje en educación se necesita un docente efectivo, alguien que sea capaz de constituirse como promotor de competencias y no como dador de conocimientos.

Si bien hemos aprendido en los últimos años qué debemos hacer para mejorar el sistema educativo, todavía queda mucho por hacer en el marco de formar formadores. Los profesorados muchas veces son todavía generadores de dadores de conocimiento, y cuando los egresados de esos profesorados se encuentran con el alumno de nuestros días, muchas veces se siente incompetente o escaso de recursos. Eso facilita, con frecuencia, que se afiance todavía más en el dar contenidos que deben ser masticados y repetidos a través de evaluaciones sumativas que se susceden una tras otra.

Poder orientar a los docentes a desarrollar, ellos también, competencias acordes a la demanda de nuestros días es, posiblemente, una deuda pendiente en nuestra sociedad.

En esta capacitación intentaremos acercarnos a esta problemática y dar puntos de partida para dudas acerca de cómo orientamos el desarrollo de competencias en el aula, en diferentes niveles y a partir de diversas estrategias.

 

Silvia Renata Figiacone

 

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